
Reciclaje (1977- 1979)
No necesitamos educación
No necesitamos control de pensamiento
Ni oscuro sarcasmo en la sala de clases
Profesor: deja a los chicos tranquilos
Todo es sólo otro ladrillo en la muralla
Tú no eres más que otro ladrillo en la muralla.
(Another Brick In The Wall, Pink Floyd)
A esta etapa se le denomina de reciclaje porque a partir de 1977, se asiste a una reorganización del Rock, donde se vuelve a las raíces del fenómeno, se simplifican las canciones y se regresa a un carácter más contestatario en la lírica de los temas.
Durante la segunda mitad de los setenta, el punk rock de grupos como The Clash o Sex Pistols barrerá con todas las tendencias perfeccionistas del sinfonismo, concretizándolas tanto en la vida real como en el escenario. Su actitud verdaderamente nihilista, expresada por el famoso “No future” (Sin futuro), va mucho más lejos que el inmoralismo de fachada del rock de los cincuenta.
En 1976, la crisis económica, provocada por la subida brutal del precio del petróleo después de la guerra árabe-israelí, representó un fuerte golpe para Occidente. Gran Bretaña que se encontraba en la cúspide de la música rock, ve como se desmorona la industria del automóvil, el sector textil tiene grandes problemas y las industrias ligadas al carbón y a la metalurgia tampoco repuntan. Los precios suben, los sueldos se estancan, el paro se extiende y la vida cotidiana de los británicos ya traumatizada con los atentados del IRA, debe hacer frente a una ola de desesperación colectiva, quedando el fútbol como la única salida.
Como explica Phillipe Paraire, “en otros tiempos estaba el rock para crisitalizar una toma de conciencia, una rebelión, y distraerse un poco. Pero ha muerto. Muerto en todo casi para los jóvenes, que ya no se pueden identificar con millonarios de unos treinta años, que para colmo han fijado su domicilio en el extranjero”. (Paraire, 168)
En las ciudades, en el seno de estos jóvenes sin trabajo y sin la confianza en la educación de antaño, ellos comienzan a utilizar la contestación como una forma de vida. Se ataca con violencia a ese puñado de estrellas que hicieron del rock un fenómeno de élites, impugnando con salvajismo y con textos cargados de contenido social. Así, fue tomando forma al movimiento punk que curiosamente retoma algunos elementos de los orígenes del rock como la chaqueta de cuero, aunque esta vez será mutilada y adaptada a las necesidades de los “punketos”.
El Punk es una vuelta a las raíces del Rock and Roll en lo musical y sus letras vuelven a reflejar la problemática de los adolescentes. El mundo, a los ojos de los punks, es un conjunto de injusticias sociales: hay ricos y pobres, fuertes y débiles, leones y corderos. Nacidos de la crisis, quieren devolver a la sociedad una imagen caricaturesca de lo que produce; cultivarán el look “pobre”, abrigos negros y zapatos de obrero, guitarras baratas, cortes de pelo hechos en casa. Rehusando brutalmente la educación, siempre que puedan criticarán la formación familiar y la enseñanza. El deseo secreto de los punks es hacer pasar vergüenza a la sociedad entera, sirviéndose de su apariencia y comportamiento.
Como agrega Fabio Salas, en su obra “El grito del amor”, “el punk más que un fenómeno musical, es un estado psicosomático nuevo. Es una respuesta límite a un estado limítrofe de la realidad. Al estado de incomunicación, desempleo, incertidumbre, carencia y tedio de mediados de los setenta, el Punk responde con violencia, desafiliación y autodestructividad”. (Salas, 115)
Al respecto, el vocalista de los peores de Chile, Pogo, agrega una mirada localista del fenómeno. “El punkie es básicamente una ironía, una ridiculización al chancho de los valores trascendentales y naturales de la sociedad. Por eso es super punkie agarrar una cueca y tocarla en punk, porque es como coger los valores que ama la gente y destrozárselos”. (Pogo entrevistado por Escárate, 1998, 132)
Los Sex Pistols comienzan la segunda mitad de los 70 con descarnadas letras, “Anarchy in the UK”, “God Save the Queen”, son una muestra más del particular estilo que reflejó el caos de aquellos años, siempre proponiendo el autodominio de la sociedad, como la mejor alternativa para la convivencia, sin medidas de coacción o represión. Ellos plantean una moral rupturista, descomprometida y extrema.
Yo soy un anticristo
Soy un anarquista
No sé lo que quiero
Pero sé como lograrlo
Yo voy a destruir
Porque yo quiero la anarquía
Bob Marley también hace su aparición en esta década. Con un lenguaje simple y directo, defiende los derechos de las grandes mayorías oprimidas y plantea una forma distinta de entender el mundo y la naturaleza. Tomando estos ritmos provenientes de Jamaica, The Police, se fusiona con el rock en un estilo denominado ska.
En 1979, Pink Floyd edita “The Wall”, hito histórico dentro del rock. En aquel disco, que después dio origen a una película de Alan Parker, Roger Waters refleja sus principales temores en un personaje ficticio que vive la pérdida de su padre en la Segunda Guerra Mundial, la represión escolar, la dominación en el hogar y que al final termina construyendo un muro imaginario para apartarse del resto.
En primera instancia, éste es un alegato en contra de las estructuras que tienden a hacer de nosotros individuos programados, receptivos y sumisos; pero también es una reflexión de cómo el Rock tiende a consolidarse como factor de poder, llegando a algunas manifestaciones de fascismo grupal que terminan por desvirtuar el tradicional significado libertario del Rock.